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Posts Tagged ‘Objetivo de inflación’

Tuve el placer de visitar la Universidad Francisco Marroquín (UFM) en Guatemala el pasado mes de Febrero e impartir unas charlas sobre moneda y banca; lo que me permitió conocer mejor a sus estudiantes así como los programas que desarrollan en las áreas de economía y finanzas. Es una universidad muy exitosa y totalmente independiente del gobierno, lo que le da la autonomía financiera y profesional para seleccionar sus alumnos, profesorado y los programas que ofrece a los mismos. Solo así se puede ser realmente responsable como institución y aspirar a la excelencia académica.

Una de las ventajas de operar en un país donde el Estado no ha crecido tanto como en la vieja Europa es que da oportunidades a la iniciativa privada para innovar y prosperar de maneras difícilmente previsibles ni controlables por el regulador; aunque sólo sea porque no tiene una maquinaria administrativa lo suficientemente desarrollada como para poder intervenir de manera más activa (no es porque no quiera es porque no puede!). Esto ha sido una bendición para quienes pusieron en práctica en su día, y lo continúan desarrollando y expandiendo en la actualidad, el proyecto de una universidad independiente y comprometida con la educación y formación de personas libres y responsables de sus decisiones, en una una economía de libre empresa. Acostumbrado a vivir en países donde el Estado ‘llega a todo’, fue un gusto comprobar cómo proyectos distintos e innovadores pueden desarrollarse y asentarse de manera tan exitosa. Como la UFM, la Universidad de Buckingham es una institución verdaderamente independiente del Estado, que no por casualidad está a la cabeza de la excelencia docente en el Reino Unido.  He trabajado 14 años en una universidad estatal y desde 2012 en Buckingham y puedo dar fe de las diferencias entre ambos ‘modelos’ institucionales; uno representativo de una universidad altamente burocratizada donde se desincentiva la innovación, y el otro donde la iniciativa individual y la buena docencia son premiadas.

Entrevista sobre dinero y banca central

Durante mi estancia en la UFM, Luis Figueroa y yo mantuvimos una entrevista sobre moneda y banca central; en concreto, hablamos de la posibilidad de tener un sistema monetario sin un banco central estatal y de como reformar la política monetaria a la luz de los errores que condujeron a la crisis financiera de 2007/08. Aquí podéis encontrar el contenido completo de la entrevista para el canal online ‘NewMedia UFM’: http://newmedia.ufm.edu/video/es-posible-un-sistema-monetario-sin-banca-central/. Para aquellos interesados en el tema, podeis leer mi entrada en el blog del mes pasado sobre la viabilidad de un sistema monetario con un banco central privado (entrevista con Standard and Poor’s).

Como siempre, los comentarios y críticas sobre el contenido de la entrevista serán muy bienvenidos.

Juan Castañeda

 

 

 

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 “Los Bancos Centrales deben hacer menos, no más”

Este es el acertado titular con que el periodista especializado en economía, Diego Sánchez de la Cruz, resume nuestra entrevista, que acaba de publicarse en Libre Mercado (10/3/2013). En un tiempo en que parece que todos piden al banco central que haga más, como si fuera una especie de Deus ex Machina  omnipotente capaz de sacarnos de la crisis y parálisis económica actuales, merece la pena recordar que fue precisamente el activismo y excesivo crecimiento monetario desarrollado en la última expansión económica lo que está en la base de los problemas que aún padecemos. Por eso, una vez solventada la crisis financiera (cuando quiera que ésto sea), convendría reflexionar sobre cuál es la mejor política monetaria para la nueva etapa expansiva que, en mi opinión, pasará por una reforma en profundidad de las reglas monetarias vigentes hasta 2007. Una política monetaria que sea menos activa y se centre en la estabilidad monetaria y no en el manejo de la economía, el control del ciclo (del “output gap”) ni tampoco la estabilización de los precios, menos aún si se hace persiguiendo un crecimiento (aunque sea moderado) de la inflación medida mediante el IPC.

Hablamos también de los recientes rescates bancarios, la política de préstamo (más o menos expreso)  de los bancos centrales a sus Estados, así  como de algunas alternativas al sistema actual de monopolio de emisión de moneda de curso legal controlado en última instancia por el Estado. Como siempre, vuestros comentarios serán muy bienvenidos en el blog.

Texto completo de la entrevista aquí:

http://www.libremercado.com/2013-03-10/juan-castaneda-los-bancos-centrales-deben-hacer-menos-no-mas-1276484372/

Juan Castañeda

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(A summary in English)

“Central banks should do less, not more”

This is the headline of my recent interwiew with the economic journalist, Diego Sánchez de la Cruz, just published in Libre Mercado (10/03/2013). In a time when all and sundry ask the central bank to do more, as if it were an omnipotent “Deus ex Machina”  able to overcome the current economic and financial crisis, it is worth remembering that it was central banks’ monetary activism and excessive money creation during the last economic expansion what ultimately caused a massive distortion in financial markets and led to the current crisis. As recessions and crises have its roots in the previous expansion, we should be discussing now which is the best monetary policy to be adopted in the next expansionary phase of the cycle (see here a summary of the debate in the UK). One less active and more focused on maintaining monetary stability and not the management of the economy, the stabilisation of the cycle (the “output gap”) or price stabilisation, let alone the stabilisation of a positive inflation target as measured by CPI.

We also discussed in the interview other “policies” of the central banks, such as the recent banks’ bailouts and the more or less explicit financial assistance to the(ir) States; finally, we also talk about some alternatives to the current monetary system ultimately controlled by the State. As always, your comments are very welcome.

Full access to the interview here:

http://www.libremercado.com/2013-03-10/juan-castaneda-los-bancos-centrales-deben-hacer-menos-no-mas-1276484372/

Juan Castañeda

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(Artículo publicado originalmente en Oroyfinanzas.com el 8 de octubre de 2012, en dos partes: “¿Qué es la inflación y cómo afecta a la economía de un país?“, “Inflación y alternativas para el futuro de Europa“).

Dinero y precios

 

Quienes critican las operaciones de expansión cuantitativa y la rebaja histórica de los tipos de interés con que están respondiendo los bancos centrales a esta crisis suelen aducir que la inundación de dinero en los mercados monetarios acabara en inflación. Sí, en inflación, en una subida generalizada del nivel de los precios o, lo que es lo mismo, en una situación en la que nuestro dinero pierda capacidad de compra en el mercado. Por su parte, los que defienden estas medidas convencionales y extraordinarias de expansión de la oferta monetaria afirman que no serán inflacionistas. Para responder a esta controversia podemos acudir a la que J. A. Aguirre y yo mismo hemos denominado como la “ley de la física monetaria”, que no es otra cosa más que la clásica “teoría cuantitativa del dinero”; que afirma que la expansión de la oferta de dinero por encima de la oferta de nuevos bienes y servicios acabará irremediablemente en inflación. Es decir, que la inflación es al final de cuentas una cuestión monetaria. ¿Es ese el caso en la actualidad? ¿Está creciendo la oferta de dinero por encima del PIB?

Efectos del crecimiento monetario inflacionario

Antes de contestar a estas preguntas, merece la pena hacer un par de puntualizaciones y matices a esta ley de la física monetaria:

(1) La relación no es automática, y se necesita algún tiempo para que los aumentos de dinero que inyecta el banco central a través de los bancos se trasladen a los bolsillos y a las decisiones de gasto de familias y empresas. Y (2) la conexión entre el aumento excesivo de la oferta de dinero y la inflación no tiene por qué ser ni proporcional ni, lo que es más importante, un fenómeno meramente nominal o neutral. ¿A qué me refiero con neutral en este contexto?

Una interpretación a la ligera de la ecuación cuantitativa del dinero pasaría por afirmar que si la oferta monetaria crece, digamos, diez puntos porcentuales por encima del PIB real de una economía, pasado un tiempo los precios aumentarán en la misma cantidad y el cambio habría sido meramente “nominal”. Pues bien, me temo que eso es así pero, además, ocurren más cosas; ¿acaso esa sobre-expansión de dinero no habrá afectado a variables reales, como la inversión, el consumo, el empleo o la propia producción de la economía? Cuando el banco central rebaja el tipo de interés, entre otras cosas, crece la oferta de crédito en la economía y la gente tiene más fácil la financiación del gasto, ya sea en bienes de consumo o de inversión. Ello provocará que muchos empresarios se lancen a aumentar la capacidad de sus negocios para poder atender a ese incremento de la demanda de consumo.

Por tanto, si el banco central mantiene (artificialmente)  una política de crédito barato durante mucho tiempo, claro que acabará por aumentar el nivel de los precios, pero también se habrá producido un crecimiento, artificial y a la postre insostenible, de muchos sectores productivos vinculados a esa política de crédito barato. En consecuencia, hay muchos sectores productivos que crecen sin mesura al calor de los bajos tipos de interés a tasas que no son sostenibles a medio y largo plazo. La (penosa) historia monetaria del siglo XX, así como la última crisis financiera, nos han dado decenas de ejemplos de cómo puede haber una distorsión de la estructura productiva como resultado de la conducción de políticas monetarias demasiado expansivas durante demasiado tiempo. Estoy pensando, por ejemplo, en la expansión reciente del sector inmobiliario en España, y de todas sus industrias auxiliares.

Una previsión de inflación

Veamos lo que puede anticiparnos la ley de la física monetaria respecto a la evolución esperada de la inflación en la Eurozona.

Por un lado, el Producto Interior Bruto (PIB) está estancado (-0.5% de caída), lo que significa que, más que crecer, la economía se va a contraer este año; es decir, el valor de lo producido en la Eurozona este año es menor que el valor de lo producido el año pasado. Por otro lado, la oferta monetaria en su sentido más amplio (medida según el indicador M3), que computa no sólo los billetes y monedas existentes en el mercado, sino también el dinero que podemos utilizar y que está depositado en cuentas corrientes y otro depósitos bancarios) está creciendo al 3% aproximadamente. A partir de estos datos y usando únicamente la ley de la física monetaria antes enunciada, se podría inferir que hay un exceso de crecimiento de la oferta de dinero que podría acabar en mayor inflación. ¿Pero, cuánta inflación? Podría llegar a ser aproximadamente de un 3% – 3.5%, tasa por encima de la definición de estabilidad de precios del propio BCE (que implica un crecimiento anual de la inflación “menor, si bien cercano, al 2%”).

Ahora bien, el BCE anticipa un escenario de precios bien distinto. Según sus predicciones de junio, la inflación rondará el 2.5% a finales de año y bajará en 2013; y el PIB de la Eurozona caerá entre el -0.6% y -0.2% y continuará haciéndolo aún más en 2013. Hay dos razones que pueden justificar estas estimaciones no inflacionistas del BCE:

(1) la autoridad monetaria puede creer que el dinero inyectado a través de la banca apenas se ha reflejado aún en un aumento de la oferta de crédito para empresas y particulares, ya que ha sido mayoritariamente utilizado para atender a las necesidades de liquidez de los propios bancos. Es decir, el BCE estaría suponiendo que el dinero prestado a los bancos comerciales no ha sido canalizado aún por éstos a sus clientes y, por tanto, no circula realmente en los mercados; y (2) el BCE, como otros organismos y economistas comparten, puede estimar que el aumento de la oferta de dinero no será inflacionista precisamente porque tiene lugar en un entorno productivo muy deprimido, con muchos factores productivos sin utilizar plenamente: tanto en lo que se refiere a la capacidad de producción de las empresas como sobre todo, al factor trabajo.

Una alternativa más humilde

Propongo una estrategia alternativa para salir de estas controversias y rompecabezas. Si hemos de seguir operando en un mercado monetario dominado por el Estado a través de su banco central nacional (porque hay otras alternativas, al menos que las autoridades monetarias no jueguen a ser pequeños dioses y no traten de manejar la economía. Lamentablemente ya sabemos cómo acaba. En su lugar, bastante sería ya con que se contentaran con mantener cierta estabilidad y moderación en la oferta monetaria de la economía a medio y largo plazo, sin fijarse ningún otro objetivo macroeconómico.

Juan Castañeda

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Una cura de humildad

 

Uno siempre ha de ser muy cauto a la hora de, si quiera plantearse, escribir algo  destinado a su divulgación. Esa cautela ha de ser aún mayor si lo hace en un campo como el de la economía que, como ya nos decía Karl Menger hace más de un siglo,  estudia las consecuencias no necesariamente intencionadas de las decisiones humanas. ¡Menudo reto! Y cuando digo decisiones me refiero a verdaderas decisiones humanas tomadas en entornos inciertos, con información y conocimientos limitados, en los que la gente persigue fines que proyecta, revisa y rectifica a lo largo del tiempo.  En fin, todo un rompecabezas de infinitas piezas y ciertamente dinámico, que ni siquiera conoceremos nunca con certeza. Es en esta especie de arenas movedizas en las que penosamente nos movemos quienes nos dedicamos a estudiar la economía.

Hemos jugado a ser dioses durante demasiado tiempo. Nos hemos (¡y seguimos!) enredado en grandes modelos macroeconómicos con los que creíamos podíamos identificar los males de la economía y corregirlos a discreción; como si eso fuera posible. La lógica parece rotunda: la autoridad económica, asesorada por un cuerpo de economistas y económetras, identifica un funcionamiento “subóptimo” o “no eficiente” de la economía, y utiliza los instrumentos bajo su control para alcanzar la situación óptima deseada en cada momento. ¿Acaso alguien no querría alcanzar una situación óptima que, por su propia definición, es la mejor de las alternativas posibles? El problema es que en la vida real lo óptimo está fuera de nuestro alcance: ya sea por la incertidumbre que nos rodea o ya sea sencillamente porque muchos de los objetivos de política económica no están bajo el control de las autoridades. Como verán, la reivindicación de esta mayor humildad intelectual entre la profesión de economistas preside el libro que José Antonio Aguirre y yo mismo acabamos de publicar sobre la crisis económica reciente (ver detalles abajo).

El penoso gobierno de la regla monetaria reciente

Y, lógicamente, uno ha de plantearse qué tiene que ofrecer de nuevo o puede aportar al debate sobre la cuestión tratada.  Por un lado, señalamos el gran desconcierto, e incluso ignorancia, existente en torno a lo que es el dinero y a las leyes que lo gobiernan. Y es que se olvida que el mercado monetario es una auténtica excepción en las llamadas economía de mercado, pues es un mercado gobernado por los Estados a través de los bancos centrales nacionales. En este sistema, el dinero ya no lo elije el mercado, sino que es una creación de la ley mediante el decreto de su curso legal forzoso. En este mercado, tan importante para el buen funcionamiento de la economía, todo pivota sobre las decisiones de un banco central monopolista. A la vista de la crisis actual, podemos aseverar que el desconcierto es extensible incluso a muchos economistas. Gran parte de la profesión no ha estudiado estas cuestiones y por tanto las ignora en sentido estricto, o bien prefieren dejarlas de lado, en un ejercicio de pereza intelectual alarmante y muy costoso a la postre para todos.

 Por otro lado, la regla monetaria manejada por los bancos centrales ha resultado no sólo fallida, sino además una de las principales causantes de la crisis actual. Y es en ello en lo que nos centramos principalmente en el resto del libro.

La “ley de la física monetaria”

Después de tres décadas de subordinación de los bancos centrales a las necesidades financieras crecientes de Estados en expansión, la combinación de déficit y deuda pública, así como inflación y desempleo masivos en los años 70 despertaron a la mayoría del plácido sueño de la “era keynesiana”. Los gobiernos, a regañadientes, reconocieron que lo mejor que podían hacer era delegar la política monetaria en manos de un banco central independiente, encargado de preservar el poder de compra de la moneda. Por fin, parece que atendieron a la que hemos llamado la “ley de la física monetaria”: una de esas pocas certezas con que contamos en la economía, que asevera que habrá inflación cuando crezca la oferta de medios de pago por encima del crecimiento real de la economía.

De la estabilidad de precios a la estabilidad monetaria

El reconocimiento de los límites de la política monetaria en la década de los años 80 y 90 fue un avance, sin duda; pero a la vista está que insuficiente. A su explicación dedicamos otra buena parte del libro. Y es que de nuevo hemos visto que los bancos centrales decían preservar la estabilidad de compra de la moneda cuando realmente no lo hicieron. Jugaron de nuevo a ser dioses y a controlar el ciclo económico, creyendo que la estabilidad de un índice como el IPC era un buen indicador de la estabilidad del poder de compra del dinero. Un gran error. La consecuencia ha sido un crecimiento excesivo y prolongado de la oferta monetaria, que ha terminado por desajustar la estructura productiva. Ahora los costes de todo ello son desgraciadamente familiares para todos.

Por todo ello, al final del libro nos atrevemos a plantear una regla monetaria que pueda mejorar el desgobierno reciente de la oferta de dinero; una regla que suponga una cura de humildad para los economistas y bancos centrales y les recuerde que sólo deben conseguir objetivos que estén verdaderamente bajo su control: la estabilidad monetaria. En definitiva proponemos que lo mejor que puede hacer quien sostiene la oferta de liquidez de la economía es conseguir su estabilidad a lo largo del tiempo; sin vaivenes que tengan que ver con la persecución de políticas expansivas de la actividad económica que ya sabemos en qué terminan.

Juan Castañeda

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José Antonio de Aguirre y Juan E. Castañeda Fernández: “Una crisis económica sorprendente (2007-2012)”. Ediciones Aosta. Madrid

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Artículo publicado el 16 de Marzo en la columna “La política del dinero” de la sección de opinión del diario Expansión.

El profesor Bernanke vuelve a las aulas

El pasado 25 de enero, el comité responsable de la política monetaria en EEUU (Federal Open Market Committee) tomó una decisión que pasó casi desapercibida. Cierto es que vino acompañada del anuncio de la estabilidad de los tipos de interés en sus niveles actuales, tan extraordinariamente reducidos, hasta 2014, lo que sin duda desplazó a un segundo plazo el anuncio de la Reserva Federal de cuantificar su objetivo de inflación. Esta sí que es una medida relevante y de largo alcance, pues compromete públicamente al banco central de EEUU con una política monetaria más reglada y predecible; lo que nos ayudará a prever más fácilmente el curso esperado de los tipos de interés de referencia en ese país en los próximos años.

El actual presidente de la Reserva Federal fue antes un prestigioso profesor de Economía en la Universidad de Princeton; y fue precisamente en su carrera académica cuando ya se decantó por el desarrollo de una política monetaria previsible, comprometida con una regla que limitara la discrecionalidad de las autoridades monetarias. De esta forma, el profesor Bernanke no hacía más que situarse en la corriente principal de los economistas de los años 90 del siglo pasado, quienes desde hacía ya años recomendaban la mayor transparencia de los bancos centrales como mejor medio para ganar la credibilidad y confianza de los usuarios de la moneda. Y es de esta corriente teórica de la que surgió la propuesta de adoptar un objetivo de inflación como mejor estrategia para conducir la política monetaria.

Al fin, conscientes de la imposibilidad de dirigir la economía mediante cambios en el tipo de interés o en la cantidad de dinero en circulación, existía un amplio consenso entre los economistas académicos en favor de una regla monetaria que comprometiera al banco central con la persecución de la estabilidad de los precios.

Discrecionalidad


Sin embargo, en la práctica, la Reserva Federal ha sido una auténtica y penosa excepción. A diferencia del Banco de Inglaterra o el BCE, comprometidos prioritariamente con la estabilidad de los precios, la Reserva Federal (1) tiene en sus estatutos un mandato múltiple que le insta a perseguir la estabilidad de los precios, el crecimiento económico y tipos de interés moderados a largo plazo y, asimismo, (2) se ha distinguido desde hace años por la aplicación de una política monetaria fuertemente discrecional. La conjunción de ambos elementos resultó en muchos casos en una política monetaria demasiado sujeta a la personalidad de quién era el presidente de la Reserva Federal en cada momento, así como en decisiones muy condicionadas por los intereses del Tesoro estadounidense. Un ejemplo claro de esto último lo hemos comprobado recientemente al ver cómo la Administración Obama se ha beneficiado de una política monetaria fuertemente expansiva para financiar más fácilmente los sucesivos déficits fiscales del Gobierno federal.

Pareciera que las lecciones enseñadas por el profesor Bernanke hubieran quedado en suspenso una vez que entró a formar parte del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal en 2002 y finalmente tomó posesión como gobernador (presidente) de la Reserva Federal en 2006. Cierto es que le ha tocado “lidiar” con una fuerte crisis financiera desde 2007, así como con una economía habituada a crecer sobre la base de crédito barato y sostenido, tanto por la Reserva Federal como por la banca comercial y de inversión de ese país. En este escenario tan convulso, no podíamos pedir mucho más al profesor metido a gobernador. En todo caso, sí ha venido introduciendo cambios notables en la conducción de la política monetaria que merecen ser destacados: (1) la Reserva Federal no sólo anuncia trimestralmente previsiones de evolución de la producción, la inflación y la tasa de desempleo, sino que desde el pasado 25 de enero (2) ha anunciado un objetivo de inflación del 2% de variación interanual del IPC.

Con ello, conocemos ya de antemano y con exactitud su tasa de inflación objetivo a medio y largo plazo; asimismo, ya nos venía informando cada trimestre sobre cuál es la tasa de crecimiento esperada del PIB a largo plazo. Dado que son ambos los principales determinantes de su política monetaria, somos ahora capaces de prever más acertadamente el sesgo de la política monetaria en EEUU en el futuro. Estos cambios son muy positivos, ya que aumentan la transparencia y credibilidad de la Reserva Federal, así como reducen su rango de discrecionalidad; ya que la comprometen en mayor medida con objetivos claros y cuantificados. Ya sólo queda reformar los estatutos de la Reserva Federal para, entre otras cosas, poder fijar la estabilidad de los precios como su objetivo prioritario. Ello sería el reconocimiento expreso de las limitaciones de la política monetaria para conseguir otros fines que no sea la estabilidad de los precios o, mejor aún, la estabilidad monetaria; algo que, por el momento, no está ni siquiera al alcance del profesor Bernanke.

Juan Castañeda

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