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Archive for August, 2012

A chat on fractional reserve and monetary competition

This video was originally recorded in Spanish and released on the 15th of March 2012 at Vimeo (Spanish version). Then it was very kindly supported by the GoldMoney Foundation, so we could release an English version of the video on July this year, entitled: “The Spanish economic crisis”. I would like to thank GoldMoney very much for their support.

You can also find below a summary of the content of the video, as quoted from the GoldMoney website (research section).

Enjoy it! Comments very much welcome.

Juan Castañeda

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The Spanish economic crisis: ‘Yo Invito – ¿Dónde está mi dinero?’

What caused the Spanish economic crisis, and how safe is your money in banks? Maria Blanco, economist and member of the Instituto Juan de Mariana; Doctor in Economics Juan Castaneda; Marion Mueller, founder of OroyFinanzas.com; and Expansion.com journalist Miquel Roig discuss this and more over coffee at Madrid’s Café Gijón.

Fractional reserve banking, sound money, and the prospects for monetary reform in Spain and the wider world are the broader topics of conversation. Though the quartet are heartened that more and more people in Spain are taking an interest in economics since the country’s debt problems became apparent, they doubt that the kind of radical monetary reforms they favour would win support among many Spaniards. They are heartened though that elsewhere in the world – notably an increasing number of US states – the sound money cause is gaining support, albeit slowly, among citizens and politicians.

This video was recorded on 10 March 2012 in Madrid.

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Publicado en el portal OroyFinanzas (13 de Agosto de 2012), titulado: “España debe bajar sueldos para competir”

 

España; ajustes, sueldos y productividad

 

 Como nos ha recordado hace unos días el Sr. Draghi, Presidente del Comité Ejecutivo del BCE, los salarios deben bajar en España si queremos salir de la recesión actual. Ahora bien, me temo que únicamente con ello no saldremos del callejón sin salida en que estamos metidos. Es cierto que los países del sur de Europa han perdido desde hace años competitividad, siendo sus costes laborales unitarios (CLU) muy superiores a los de la Europa central. Los CLU miden sencillamente los costes salariales (nominales) por cada unidad producida, por lo que son un indicador de la productividad del factor trabajo. Si comparamos los CLU en Europa, vemos que los países donde han crecido más ha sido, por este orden, en Grecia, Irlanda, Italia, España, Portugal y Francia.

¿Nos les resulta demasiado casual que sean casi todos estos países los que hayan sido rescatados o estén en trámites de serlo? Por tanto sí, algo de razón seguro que tiene el Sr. “Gobernador” del BCE. Claro que este argumento, por contundente que pueda ser, no agota la explicación de la falta de productividad de la economía española en absoluto. Es más, hay quienes cuestionan este indicador como medio para medir la productividad de estos países porque realmente no podemos compararnos con la capacidad y variedad exportadora de economías como la alemana; que exporta una amplia gama de productos industriales, hoy por hoy, dirigida a un segmento muy especializado y de alto valor añadido de los mercados mundiales.

De ello se deduciría que la comparación no es del todo adecuada ya que, por ejemplo en el caso español, dirige la oferta productiva a otro tipo de mercados y productos menos complejos, tecnológicamente hablando, y de menor valor añadido; por lo que realmente no estaría compitiendo por los mismos mercados.

Costes laborales y productividad en España

Aun teniendo estos matices en cuenta, es claro que, en lo que atañe a España, una mejora de la productividad es más que necesaria y, me temo que mientras la conseguimos, pues lleva tiempo, no queda otra que aplicar políticas de ajuste que bajen los costes productivos (lo que incluye el salario nominal y también los seguros sociales). Por tanto, tenemos ante nosotros dos estrategias de superación de la crisis: Una de corto plazo, consistente bajar los costes laborales y así recuperar competitividad con nuestros socios europeos. En ausencia de la posibilidad de devaluar la moneda claro, ello pasaría por:

(1) o bien provocar una deflación aun mayor de salarios y precios que abarate nuestras exportaciones, deflación que según varias estimaciones rondaría un recorte del 10-15%;

(2) o bien por provocar una expansión fiscal y monetaria en la Europa central (Alemania, Holanda, Austria) que resulte en mayor inflación en esos países. De esta forma, la mayor actividad en esos países fomentaría su demanda exterior (p.e. de productos españoles) y, además, la inflación resultante en esos países abarataría (relativamente) la oferta exportadora de los países mediterráneos. Ello sin duda aliviaría los costes sociales de esa deflación interior en la que andamos ya penosamente metidos, y constituye buena parte de los debates de política económica que están teniendo lugar entre los socios de la Eurozona.

 La otra estrategia, que es complementaria y de más largo alcance, pasaría por mejorar el capital humano y tecnológico de la economía española para mejorar la productividad española sobre bases más sólidas; de modo que podamos diversificar la oferta y centrarnos en sectores de alto valor añadido. Pues bien, me temo que esta última estrategia, muy relevante a la postre para mejorar las posibilidades económicas del país, está casi olvidada. Por favor, Sr. Presidente del Gobierno de España, no perdamos esta perspectiva.

Juan Castañeda

 

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(Publicado originalmente en OroyFinanzas, el 7 de Agosto de 2012, con el título: “Sin las ayudas del BCE, España estaría fuera de juego”)

 

El rescate silencioso del BCE

 

España (e Italia) está desde hace semanas en una situación financiera crítica. Ya sea por el peso acumulado de la deuda pública o la privada o, peor, por ambas a la vez, España necesita de la financiación externa para renovar sus préstamos y así poder afrontar sus pagos más cotidianos. El desequilibrio de las cuentas, privadas y públicas, no viene de ayer, pero sí es ahora cuando sufrimos sus consecuencias. El espectacular crecimiento del crédito que acompañó a los años de tipos de interés bajos nos condujo a elevados niveles de endeudamiento de familias y, sobre todo, de empresas, durante la última expansión. El Estado aprovechó bien esa coyuntura favorable para reducir y reestructurar su deuda: amortizó la deuda contraída en el pasado con nuevos créditos ahora a tipos mucho más bajos, lo que redujo la deuda pública española desde niveles algo superiores al 60% del PIB en 1998 hasta el 34% en 2007.
Desde entonces todo ha cambiado radicalmente. El Estado, empresas y particulares se enfrentan a tipos de interés cada vez mayores; lo que, muy particularmente desde unas semanas, está estrangulando las finanzas públicas, ya que el pago de los intereses actuales no es sostenible para una economía en recesión como la española.

El rescate del BCE a España

Ante esta situación, el gobierno español apela pública y desesperadamente a la ayuda del BCE; ¡como si no nos hubiera ayudado ya! El BCE ya viene prestando dinero (o avalando) en cantidades descomunales tanto a bancos españoles como al propio Estado, directa o indirectamente, muy especialmente desde 2010. Veamos cuánto nos ha prestado hasta ahora. Al inicio de este verano España mantenía una posición deudora de alrededor de 450 mil millones de euros en el BCE (según informa el sistema de pagos interbancarios de la Eurozona, TARGET2. ¡Son más de cuatro veces el valor del rescate bancario español (hasta 100 mil millones)! Esta cifra implica que el resto de bancos de la Eurozona nos ha financiado hasta ahora por un valor de alrededor del 40% de nuestro PIB de un año.

Y esta posición deudora está respaldada por títulos de deuda pública española que, hasta el momento, el BCE está aceptando y avalando en última instancia: cuando los bancos alemanes, franceses u holandeses comenzaron a dudar de las garantías y solvencia de los bancos españoles, el BCE acudió en nuestro rescate para respaldar los avales que presentaba la banca española a la hora de pedir un préstamo (casi todos ellos, títulos de deuda pública española).

Es este el verdadero rescate con el que nos viene asistiendo el BCE desde hace dos años y, por las cifras de las que hablamos, sorprende que pase tan desapercibido. Con ello, el BCE está asumiendo en su balance el riesgo de una posible depreciación e impago de la deuda española. Y, claro, al final son todos los Estados de la Eurozona en su calidad de accionistas del BCE quienes soportan este riesgo (Alemania con casi el 20% del capital del banco). Quizá se entienda así mejor sus reticencias a asumir más riesgo y a prestarnos más.

Por todo ello, pongamos las cosas en su sitio: sin la ayuda del resto de bancos europeos y de la función de avalista de última instancia que nos proporciona el BCE, la economía española ya hacía varios años que estaría “fuera de juego”, sin crédito (¡o bien a tipos aún mayores!) y sin capacidad para pagar sus deudas, públicas o privadas.

Dentro de esta ayuda, continuada y silenciosa, destaca y es bien conocida sólo una parte de ella, que consiste en las operaciones de compra directa de deuda pública italiana y española en que se embarcó el BCE desde el verano de 2011. Y ahora le pedimos al Banco Central Europeo que nos ayude de manera extraordinaria una vez más. No discuto aquí si ha de hacerlo o no, sólo creo que es imprescindible la perspectiva e información necesarias que nos permita valorar lo que nos lleva prestado hasta ahora nuestro banco central nacional con su “rescate” de todos los días.

 Juan Castañeda

 

 

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