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Archive for March, 2012

Esta vez el profesor Bernanke sí que vuelve para impartir unas clases

En esta ocasión me permito dar una información de servicio público (monetario). Si, como la mayoría de los mortales, no tuvo usted dinero ni oportunidad para ir a la Universidad de Princeton a hacer un grado o un postgrado en Economía, y se perdió las clases de excelentes profesores, pues bien, en parte, se puede remediar ahora. Y es que el profesor Bernanke vuelve, ahora de verdad, a la universidad a dar unas charlas sobre política monetaria y banca central. Y lo hará como parte de las clases de grado de los estudiantes de la George Washington Universtity Business School.

Ya ha impartido tres de ellas, en las que ha repasado el origen de la Reserva Federal de EEUU, el sistema de patrón oro y su evolución desde el final de la II Guerra Mundial hasta la crisis de 2007. Mañana será la ultima, esta vez sobre lo que les espera a los bancos centrales tras la crisis financiera que aún estamos viviendo. Además, como todo profesor que se precie haría, incluso nos sugiere una lista de lecturas que sirven de base para sus exposiciones (http://www.federalreserve.gov/newsevents/files/lecture-series-related-readings-20120320.pdf). Toda la información sobre los temas de estas conferencias y la dirección donde estarán publicados los vídeos con sus intervenciones, que se pueden ver en directo o en diferido, está en estos enlaces:

http://www.federalreserve.gov/newsevents/lectures/about.htm

http://www.ustream.tv/recorded/21242022

En fin, es todo un lujo, ahora al alcance todos. En los próximos días iré resumiendo y comentando cada una de estas cuatro lecciones del profesor metido a gobernador de la institución monetaria más importante de la economía mundial. Disfrútenlo y tomen apuntes.

Juan Castañeda

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Artículo publicado el 16 de Marzo en la columna “La política del dinero” de la sección de opinión del diario Expansión.

El profesor Bernanke vuelve a las aulas

El pasado 25 de enero, el comité responsable de la política monetaria en EEUU (Federal Open Market Committee) tomó una decisión que pasó casi desapercibida. Cierto es que vino acompañada del anuncio de la estabilidad de los tipos de interés en sus niveles actuales, tan extraordinariamente reducidos, hasta 2014, lo que sin duda desplazó a un segundo plazo el anuncio de la Reserva Federal de cuantificar su objetivo de inflación. Esta sí que es una medida relevante y de largo alcance, pues compromete públicamente al banco central de EEUU con una política monetaria más reglada y predecible; lo que nos ayudará a prever más fácilmente el curso esperado de los tipos de interés de referencia en ese país en los próximos años.

El actual presidente de la Reserva Federal fue antes un prestigioso profesor de Economía en la Universidad de Princeton; y fue precisamente en su carrera académica cuando ya se decantó por el desarrollo de una política monetaria previsible, comprometida con una regla que limitara la discrecionalidad de las autoridades monetarias. De esta forma, el profesor Bernanke no hacía más que situarse en la corriente principal de los economistas de los años 90 del siglo pasado, quienes desde hacía ya años recomendaban la mayor transparencia de los bancos centrales como mejor medio para ganar la credibilidad y confianza de los usuarios de la moneda. Y es de esta corriente teórica de la que surgió la propuesta de adoptar un objetivo de inflación como mejor estrategia para conducir la política monetaria.

Al fin, conscientes de la imposibilidad de dirigir la economía mediante cambios en el tipo de interés o en la cantidad de dinero en circulación, existía un amplio consenso entre los economistas académicos en favor de una regla monetaria que comprometiera al banco central con la persecución de la estabilidad de los precios.

Discrecionalidad


Sin embargo, en la práctica, la Reserva Federal ha sido una auténtica y penosa excepción. A diferencia del Banco de Inglaterra o el BCE, comprometidos prioritariamente con la estabilidad de los precios, la Reserva Federal (1) tiene en sus estatutos un mandato múltiple que le insta a perseguir la estabilidad de los precios, el crecimiento económico y tipos de interés moderados a largo plazo y, asimismo, (2) se ha distinguido desde hace años por la aplicación de una política monetaria fuertemente discrecional. La conjunción de ambos elementos resultó en muchos casos en una política monetaria demasiado sujeta a la personalidad de quién era el presidente de la Reserva Federal en cada momento, así como en decisiones muy condicionadas por los intereses del Tesoro estadounidense. Un ejemplo claro de esto último lo hemos comprobado recientemente al ver cómo la Administración Obama se ha beneficiado de una política monetaria fuertemente expansiva para financiar más fácilmente los sucesivos déficits fiscales del Gobierno federal.

Pareciera que las lecciones enseñadas por el profesor Bernanke hubieran quedado en suspenso una vez que entró a formar parte del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal en 2002 y finalmente tomó posesión como gobernador (presidente) de la Reserva Federal en 2006. Cierto es que le ha tocado “lidiar” con una fuerte crisis financiera desde 2007, así como con una economía habituada a crecer sobre la base de crédito barato y sostenido, tanto por la Reserva Federal como por la banca comercial y de inversión de ese país. En este escenario tan convulso, no podíamos pedir mucho más al profesor metido a gobernador. En todo caso, sí ha venido introduciendo cambios notables en la conducción de la política monetaria que merecen ser destacados: (1) la Reserva Federal no sólo anuncia trimestralmente previsiones de evolución de la producción, la inflación y la tasa de desempleo, sino que desde el pasado 25 de enero (2) ha anunciado un objetivo de inflación del 2% de variación interanual del IPC.

Con ello, conocemos ya de antemano y con exactitud su tasa de inflación objetivo a medio y largo plazo; asimismo, ya nos venía informando cada trimestre sobre cuál es la tasa de crecimiento esperada del PIB a largo plazo. Dado que son ambos los principales determinantes de su política monetaria, somos ahora capaces de prever más acertadamente el sesgo de la política monetaria en EEUU en el futuro. Estos cambios son muy positivos, ya que aumentan la transparencia y credibilidad de la Reserva Federal, así como reducen su rango de discrecionalidad; ya que la comprometen en mayor medida con objetivos claros y cuantificados. Ya sólo queda reformar los estatutos de la Reserva Federal para, entre otras cosas, poder fijar la estabilidad de los precios como su objetivo prioritario. Ello sería el reconocimiento expreso de las limitaciones de la política monetaria para conseguir otros fines que no sea la estabilidad de los precios o, mejor aún, la estabilidad monetaria; algo que, por el momento, no está ni siquiera al alcance del profesor Bernanke.

Juan Castañeda

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Price stability does not always lead to monetary stability, nor to financial stability

Price stability has been adopted as the best policy goal in our days by most central banks. It is indeed a step forward in light of the inflationary dicretionary policies adopted in previous decades. However, as some Austrian theorist masterly exposed in the 20s and 30s of the 20th century (of course, Hayek did), it is not only a panacea not a sound policy goal in the face of a growing economy. This is because there are “benign deflations” associated with increases in productivity and the expansion of markets that need not be counter-balanced by the central bank. In few words, a benign deflation is compatible with a stable nominal income path and thus with monetary stability. In its place, the current anti-inflationist central banks’ policies are designed to offset any deflationary trend, even mild deflation, whatsoever its origin and nature. Thus, within these policy rules, money supply must grow to offset the declining pattern of prices. In my view, this has been at the core of the excessive money creation problem during the last business expansion; and a key reason that explains the monetary and financial chaos created thereafter.

Prof. Pedro Schwartz (CEU University, Madrid) and myself have studied this question in the last years and here goes the link to the presentation I made on it last January in a roundtable at the École Normale Supérieure (Paris) (http://www.anr-damin.net/spip.php?article31). We studied how the price level remain truly stable from 1868 to 1914 in Spain; when the Bank of Spain did not have to target inflation and led prices evolve according to changes in the supply and demand in the markets. Suprinsingly enough, current price stabilising central banks have not achieved that degree of true price stability.

Juan Castañeda

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The work that serves as the background of my presentation (“Spain’s deflations and monetary stability in the late 19th c.”) will be published in MONETA collection in May 2012. Here you can find the abstract and conclusions of prof. Pedro Schwartz’ s and myself piece.

Abstract

We study and identify a different type of deflation that affected the Spanish economy from the launch of the peseta in 1868 to the start of World War I. In the 20th century price deflations have been interpreted as monetary phenomena leading to recession and financial instability. However, this is just one type of deflation. Real price falls can originate from productivity gains. They can be the effect of a growing supply of goods and services in an expanding economy. This was the case in the UK and the US during the second half of 19th century and Spain was not an exception. Gold standard central banks did not watch the price level but were constrained by the guarantee of convertibility into gold. Though Spain was on a silver standard and silver depreciated with respect to gold, the Spanish price level remained remarkably stable from 1868 to 1914. Around this trend, mild real deflations were allowed to take place and balanced modest inflations. Productivity-based deflations could take place in the monetary environment of the late mid 19th century. Central banks did not at that time suffer from an inflationary bias. They did not feel they had to offset deflation at all costs by increasing the means of payment in circulation. In our day, central banks react to avoid every fall in the price level or fall in the rate of inflation, even if it is the result of growing output. In the late 19th century prices could change more freely to reflect gains or losses in productivity. This flexibility contributed to Spanish price stability in the late 

Conclusion

We have focused our attention on those benign or productivity-induced deflations, as they have been widely neglected in post WW II literature, which has had important policy implications in the way monetary policy has been conducted. This type of deflation is to be allowed in a market economy with flexible and open and competitive markets. Rather than an exception, they are the welcome result of real growth. These benign deflations can be observed in the late 19th century, when price stability was an indirect and long term result of the convertibility but not a goal to be pursued directly by central banks.  Their strategic goal was to keep the connection of their currency with the gold or silver anchor. Such was the case of Spain, where the silver standard resulted in half a century of stable prices, though the Bank did not even measure them continuously. Paradoxically, today’s central banks are made to pursue of price stability directly but in the long term have presided over a secular loss of purchasing power of their fiat moneys. In our days, inflation targets are the norm but continuous price inflation is the reality. Modern central banks fear all types of deflation but by ignoring the beneficial effects of productivity led deflations they are led to a secular over-expansion of the money supply.

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