El auténtico J. M. Keynes en acción
Hoy les hago un regalo; les invito a unas gotas de Keynes; pero del Keynes auténtico, de John Maynard y no de la caricatura que hicieron (y siguen haciendo de él) muchos de sus pretendidos seguidores, quienes en muchas ocasiones han invocado las palabras de su maestro en vano. Hasta donde sé, son pocas las intervenciones que han quedado grabadas con la voz del excelente economista británico. Una de ellas la podrán disfrutar en el enlace que aparece a continuación. Se trata de unas breves palabras de Keynes del año 1931 con las que celebra el reciente abandono de la libra del sistema del patrón oro; de los que Keynes llamó las “gold fetters” (grilletes dorados).
Como bien saben los historiadores del pensamiento económico, Keynes lideró una auténtica campaña en favor del abandono del patrón oro en Inglaterra; que se ha recogido en los artículos de prensa recopilados en sus Ensayos de Persuasión (1931). Este país había sido el único que, tras la Primera Guerra Mundial, había vuelto al patrón oro pero a la paridad de la libra esterlina previa a la guerra. Es cierto que ello obligó a una notable deflación interior, ya que el Banco de Inglaterra tuvo que desarrollar durante largo tiempo una política monetaria deliberadamente restrictiva para cumplir con tal paridad. El cumplimiento de este duro objetivo nacional, en un contexto internacional en el que el resto de países o bien no retomaron el patrón oro o lo hicieron a un tipo de cambio menos exigente que el de la preguerra, llevó aparejadas no pocas consecuencias negativas para la actividad real claro. Además, con la adopción de la paridad libra-oro de la preguerra las industrias inglesas se enfrentaban con fuertes dificultades para vender sus bienes en el exterior. Y es ésto precisamente contra lo que luchó Keynes desde el final de la Gran Guerra.
Por ello, en esta breve intervención celebra Keynes el anuncio del abandono de las “cadenas doradas”. En muy pocas palabras, Keynes apela a la recuperación del sector exterior como vía para aliviar y potenciar la ya maltrecha industria nacional en esos años. Y es esta medida la que ahora, nos guste o no, no pueden adoptar los países de la zona euro. En su lugar, sólo nos queda practicar lo que ya muchos llaman una devaluación interior. Es muy sencillo; si no podemos bajar nuestro nivel de precios y costes a través de un único precio (el tipo de cambio de la moneda), tendrán que ser todos y cada uno de los demás precios los que habrán de ajustarse a la baja. Eso sí, la sencillez expositiva esconde, naturalmente, fuertes costes políticos y de negociación entre las partes implicadas en esta verdadera deflación (real).
Eso sí, es importante recordar que Keynes propuso esta medida tan extraordinaria en un contexto igualmente fuera de lo normal, de fuerte deflación y recesión vivida en su país; escenario que aún está lejos de ser el actual; a pesar de todos los males que estamos padeciendo. Pero bueno, por un día, dejemos la crítica para otra ocasión sobre el mal uso que se puede hacer (y se ha hecho) de esta medida. Y ni entremos mejor hoy en el mal uso que ha generado el desarrollo de políticas monetarias sin un ancla ni regla monetaria clara.
Que disfruten de un economista brillante en sus propias palabras. Ni sus adversarios más enconados podrán negarle esa capacidad que tenía para analizar los problemas de su época, adaptarse a la coyuntura y llegar a la gente con claridad y rotundidad.
Si me permiten, un último consejo; recelen de las copias, acudan siempre al original.
Juan Castañeda
No te voy a hacer caso, y contesto sin ir a la fuente original: ¡¡¡abajo el Euro!!! Por razones seguramente distintas, estamos de acuerdo en que esto se ha montado fatal. Y el problema del tipo de cambio, siendo importante, no es ni mucho menos el único. No quiero que sea Mercozy el que marque nuestra hoja de ruta.
Por cierto, igual que los neokeynesianos interpretan (según tú) regular a su líder espiritual, creo que también se atribuyen a Adam Smith algunas cosas que le harían revolverse en la tumba.
Ana, fíjate que yo no pongo la cuestión de la cesión de soberanía monetaria como el problema; sino sólo que hay regímenes monetarios distintos y hay que optar. Es más, vista la historia contemporánea reciente, ¡qué no habrían hecho algunos gobiernos (digamos laxos) con la gestión de la moneda en los últimos años! Tan sólo pongo sobre la mesa con este vídeo de Keynes su júbilo ante el abandono británico del patrón y como ello, a corto plazo, era esperado como una bendición; como un alivio para los comerciantes e industriales nacionales. Esto es algo que muchos proclaman ahora en el caso del euro; pero la comparación con la situación actual no es nada realista. Tanto el valor de la libra de entonces como la recesión de Inglaterra simplemente no pueden compararse con la crisis actual del euro. Una vez más, Keynes hizo una propuesta para una situación desesperada y luego sus seguidores la han tomado como una receta general.
El euro, al menos era, un sistema monetario que sólo funciona con una discliplina fiscal a la patrón oro. Y nos hemos saltados las costuras por todos lados y ahora lo fácil es el recurso a la “soberanía monetaria” (para devaluar, sobre emitir dinero)…, cuando lo que quieren decir es “alivio, alegría monetaria” para ir tirando.
De acuerdo contigo en que la construcción de la moneda única está, como mínimo, mal hilvanada, coja. Lo malo, en mi opinión, es que se proponen frecuentemente reformas a base de fuertes “puntadas” de integración fiscal a la desesperada (tesoro único europeo, bonos europeos, … ). ¿Y para cuándo tomarse en serio el “manejo” de la moneda?
La devaluación o depreciación del tipo de cambio genera algunos beneficios a corto plazo siempre y cuando el efecto positivo del aumento de las exportaciones sera mayor al efecto negativo del encarecimiento de las importaciones. En el hipotético caso de ser favorable la operación pierde progresivamente su efecto positivo cuando los precios interiores crecen al ritmo del encarecimiento de las importaciones, es decir, a falta de un pacto de rentas muy severo, la devaluación competitiva pierde su gracia y a cambio permanece el incremento de la inflación y la pérdida de valor de los activos interiores (y encarecimiento de los exteriores para el ahorro nacional).
Un pacto de moderación de rentas internas que permita un menor crecimiento de los precios internos respecto al exterior cumple con las ventajas de la devaluación competitiva de la moneda y no incurre en sus desventajas.
La dificultad de su cumplimiento es evidente pero la crítica situación de la economía española merece el esfuerzo. Si además, se consigue cambiar la estructura de la negociación salarial para componer una parte fija y otra variable, las ventajas de la flexibilidad interna serian mayores aún.
Me gustaría que en el futuro fuera una prueba de que la economía aplicada puede ser cierta.
Muy de acuerdo Miguel Angel. Con devaluaciones competitivas no se va a ningun sitio.
Veremos si esa rebaja de precios y costes que habremos de acometer, unido a una nueva forma de negociar los convenios y el salario, son de verdad posibles dentro de la negociación de la reforma laboral en curso.
El acuerdo que hemos firmado tiene esos contenidos, lo que hace falta es que se lo crean los negociadores y lo eleven a cuestión de estado.