Muchas veces se compara el alcance y la gravedad de la crisis actual con la de los años 30, y en muchas ocasiones se hace acertadamente por las consecuencias financieras que ha tenido la crisis financiera iniciada en 2007. Sin entrar en las diferencias que hay entre ambas crisis en otros países, el impacto de la crisis de los años 30 en España fue ciertamente reducido.
En este vídeo de la conferencia que tuve la oportunidad de dar junto con el profesor Pedro Schwartz en la Fundación Ramón Areces en junio de 2010 encontraréis algunas claves de ello: una de ellas fue que la economía española, en gran medida dependiente aún del sector agrario, era además una economía muy cerrada y oligopolizada. A ello se unió que España no estaba adherida al patrón oro, lo que permitía que su moneda fluctuara libremente en el mercado y conservar su soberanía monetaria. Estos factores distintivos, junto con otros que sintetizo en el resumen que adjunto más abajo, aislaron (sólo en esta ocasión para bien) a la economía española de la economía internacional y, con ello, de gran parte de los efectos dañinos de la gran depresión internacional.
Como hechos más notables de la salida de la crisis de los años 30 en España, comprobarán cómo la depreciación de la peseta en los mercados internacionales amortiguó la deflación en el interior del país y, por otro lado, a diferencia de la Fed de EEUU, el Banco de España, adelantándose a lo que ahora hacen los bancos centrales modernos como prestamistas de última instancia, logró detener exitosamente el pánico bancario que acompañó a la declaración de la II República en 1931.
No se hagan ilusiones; las “recetas” de aquellos años no son aplicables a la crisis actual: ahora somos una economía abierta, inserta plenamente en una moneda única y no tenemos posibilidad (y dada la historia contemporánea española, afortunadamente) de manipular el tipo de cambio de la moneda o la cantidad de dinero en circulación como remedio (si bien, efímero) para afrontar la salida de la crisis. Sólo nos queda recuperar cuota de mercado para volver a una senda estable de crecimiento de una manera más consistente, si bien también más dura; pero eso será objeto de otro trabajo y de otra reflexión en el blog.
—————————————————————————-
Resumen de la conferencia pronunciada con Pedro Schwartz. Video disponible en:
http://fundacionareces.tv/permalink/asset/cd64d1bc-fab2-4c3b-9369-ef949286714d
“Los escasos efectos de la Gran Depresión en España, 1929-1935”
P. Schwartz, J. Castañeda
Fundación Ramón Areces (Madrid), 23 de junio de 2010
“Es opinión general, compartida por muchos historiadores, que la Gran Contracciónde la economía de EEUU de1929 a1933, así como las quiebras bancarias y la posterior gran crisis financiera y real en el mundo entero, fueron una causa determinante del fracaso dela II Repúblicay, como consecuencia de ello, del estallido de la Guerra civil española. En esta conferencia sostenemos que, a pesar de ciertas coincidencias, la recesión de los años 30 fue mucho menos virulenta en España, así como de un origen distinto. Si podemos identificar causas económicas de las turbulencias sociales en los años anteriores a la Guerra, estas fueron de carácter doméstico y no internacional. España había basado su crecimiento de los últimos años 20 en un modelo de desarrollo insostenible, que consistía en la protección de las industrias y agricultura nacionales, la creación de una oligarquía bancaria e industrial muy ligada y dependiente de la actividad económica del Estado, así como en la fuerte expansión de las obras públicas financiadas a través de la aprobación de presupuestos (deficitarios) extraordinarios. Los nuevos gobiernos que siguieron a la caída del General Primo de Rivera en 1929 persiguieron la estabilidad monetaria y fiscal, y los ajustes que trajeron consigo precipitaron sin duda el abandono de tal modelo (insostenible) de crecimiento español.
Asimismo, al comparar los datos de paro, beneficios empresariales y comercio internacional puede verse que el estancamiento de la economía española durante los años treinta dejó incólumes muchos sectores. En cualquier caso, el PIB sí registró una pequeña caída, pero su magnitud no puede compararse con la severa recesión de EEUU, ni con la de otros países europeos como Francia o Alemania.
Otro elemento explicativo del menor impacto de la crisis de los 30 en España es la mayor protección relativa de la economía española, que fue el doble de la del resto de países europeos; lo que la aisló en gran medida de las fluctuaciones del comercio mundial. A ello también contribuyó la pervivencia de una economía con un peso aún muy fuerte del sector agrario, que representaba alrededor del 30% del PIB español de esos años. De hecho, dado su enorme peso en la economía nacional, la sucesión de tres grandes cosechas de cereal en 1929, 1932 y 1934 se reflejaron en sendas subidas del PIB en unos años en que el PIB mundial estaba cayendo dramáticamente.
Muy interesante es que el Banco de España supo intervenir para compensar la retirada de fondos consiguiente a la proclamación de la II República como no lo supo hacer la Reserva Federal de EEUU en circunstancias semejantes: el Banco de España se vió favorecido por no estar sujeto a la disciplina de un verdadero patrón metálico, y sí pudo actuar muy acertadamente como prestamista de última instancia del sistema financiero. De hecho, ante la retirada de una parte significativa de los depósitos bancarios en 1931, su concesión extraordinaria de crédito a la banca privada, así como el aumento significativo de la base monetaria, lograron detener el pánico bancario de ese año y, con ello, evitar el colapso del sistema bancario español. En este sentido, el Banco de España se comportó en esos años tal y como recomendaría nuestro conocimiento actual del funcionamiento del sistema financiero, anticipándose de algún modo a la respuesta que han dado los bancos centrales en la crisis reciente.
Por último, también fue crucial el hecho de que España no formara parte del sistema de patrón oro desde el año 1883, pues el patrón plata de la peseta permitió que el tipo de cambio flotara a la baja en los peores momentos de la contracción monetaria mundial. De hecho, la peseta se depreció alrededor de un 40% respecto a las monedas del patrón oro desde 1929 hasta 1932, y ello permitió amortiguar el impacto de la crisis y deflación internacionales, así como evitó ajustes más severos de la producción y el empleo nacionales.
Por todo ello, en nuestra opinión, los conflictos sociales y políticos de España en los años veinte y treinta no pueden atribuirse a la depresión mundial.”
————————————-
Leave a Reply